lunes, 12 de agosto de 2013

Vampiros: la gran decepción.

AÑO 2049:
En Transilvania, ese verano, un hombre enfermó de forma repentina, murió y resucitó a los pocos días atesorando unos colmillos de longitud considerable y mucha sed de sangre.
La gente decía que se trataba de un vampiro, y que ello confirmaba lo que contaban tantos y tantos relatos populares sobre Nosferatu. Relatos que hablaban de su alergia al ajo y a las cruces, de lo que le pasaba a su cuerpo si se exponía a la luz solar, de su inmortalidad, de su fuerza, de su velocidad, de su agilidad, de su hermosura, etc.
Pues si, con un poco de tiempo y cuatro análisis de sangre se confirmó que se trataba de un vampiro, pero no se detectó en él ni fuerza ni velocidad ni habilidades ni encantos especiales ni nada... eso si, hacía una peste a mierda que echaba para atrás. Se murió otra vez a los dos días de haber resucitado, de forma natural, volvió a resucitar, a morir y a resucitar. Y después de volver a morir, por cuarta vez, no se sabe si volvió a resucitar, porque ya lo habían metido en una caja para enterrarlo a veinte metros de profundidad.
Vale, los vampiros existían, pero eran una mierda de raza.

lunes, 5 de agosto de 2013

Privatizar el Sol... privatizar el aire.

Después de que el Gobierno de España privatizara la luz del Sol, convirtiendo así a las personas energéticamente independientes en criminales, se planteó seriamente el hecho de privatizar el aire que flota en la atmósfera terrestre. Para ello se sometió al 100% de la población a una intervención quirúrgica con el objetivo de implantarle un contador de aire en los bronquios.
Una vez cada tres meses, la gente tenía la obligación de pasar por la central de Iberdrola para revisar el contador, ponerlo a cero y pagar por el aire consumido, a cuyo precio se le sumaba un 21% de IVA. El IVA era un 21% porque el gobierno, formado por una panda de cortesanos de las grandes empresas, de hienas, de chupasangres, de sinvergüenzas, de inhumanos, de forajidos, de ladrones, de salvajes, de desalmados y de grandiosos hijos de puta, consideraba que el aire que el pueblo respiraba no era un bien de primera necesidad.
Esos mismos políticos no llevaban ningún contador de aire implantado en sus sistemas respiratorios, ya que en una anexo del «Real Decreto por la privatización del aire», se decía que los políticos no tenían la obligación de pagar por ese aire, ya que su proceso de respiración se consideraba «Respiración oficial», como sus coches.
Y así fue como las cosas mas absurdas de la vida, que antaño habían sido solo situaciones cómicas o partes de un chiste, se fueron convirtiendo en una realidad... en un mundo de broma.