lunes, 27 de septiembre de 2010

11 Cuentos que no cuentan nada (Cuento primero)

Física cuántica.


"Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy seguro."

Albert Einstein (1879-1955)


"¿Que es el hombre dentro de la naturaleza?. Nada con respecto al infinito. Todo con respecto a la nada. Un intermedio entre la nada y el todo"

Blaise Pascal (1623-1662)


Acababa de sacarse la carrera y estaba un poquito nervioso.

Antes de decir su nombre, quiso romper el hielo con un chiste:


"Era un hombre tan rápido, tan rápido, que dando vueltas a una farola, acabó dándose por el culo a si mismo".


Este fue el chiste elegido. Pero el lugar no fue el más adecuado. Lo contó en un congreso de física cuántica. En su primer congreso de física cuántica.

Los físicos cuánticos nunca han sido gente muy bromista, y ademas, en esa sala todo el mundo sabia perfectamente que solo una partícula subatómica puede estar en dos lugares al mismo tiempo. Por lo tanto, la situación que proponía el chiste era físicamente imposible y no tenia ningún sentido cuántico. Esto ofendió con tal desmesura a los ahí congregados, que se vieron obligados a castigarlo. Y para ello utilizaron el viejo método de la fisión de átomos de uranio.

Para los que no lo sepan, la fisión de átomos de uranio, es la reacción química que dio lugar a la bomba nuclear que se lanzo sobre Hiroshima.

Cuando lo piensas en frío, te das cuenta de que se pasaron siete pueblos con ese chico. La explosión acabó con su carrera, con su vida y con la vegetación que había en cien kilómetros a la redonda. Fue una verdadera lástima. Pero valió la pena ver semejante petardo.

martes, 21 de septiembre de 2010

Todo incluido

Érase una vez, un viernes. Un viernes nublado. Tambien, érase una vez tres chicos. Tres chicos jóvenes. Y ¿como no? érase una vez un todo. Un todo incluido.


Esta es la historia de tres chicos durante un fin de semana en un todo incluido que incluía de todo menos mujeres. Pero incluía alcohol, y todos sabemos que con el suficiente alcohol, hasta el mas masculino de los hombres puede pasar a ser considerado la mas femenina de las mujeres.


Era viernes. Leónidas, Piecito y yo (nombres inventados para, una vez mas, mantener el anonimato de las personas anónimas) lo teníamos todo planeado hacía meses y así íbamos a ejecutarlo. Teníamos reservado un hotel en la otra punta de Mallorca y debíamos ir para allá. Unos terminábamos de entrenar a las 22:00h y otro terminaba de currar a, mas o menos, esa hora también, así que, entre unas cosas y otras, eran casi las 00:00h cuando nos disponíamos a iniciar el viaje/excursión.


Llegamos al hotel a las 00:45h. con la alegría que da el hecho de saber que de un momento a otro te van a enfundar una pulserita que te abrirá todas las puertas. Llegamos, nos pusieron la pulsera y subimos a la habitación. Yo elegí una cama, Leónidas eligió otra, y Piecito eligió la que quedaba. Le intentamos explicar que el en realidad no había elegido, sino que se había quedado con la cama sobrante, pero el prefirió seguir pensando que esa cama había sido elegida por el, y ni yo ni Leónidas lo sacamos nunca de su fantasía.


Una vez en la habitación, con las maletas deshechas y las camas elegidas, paso lo que solo le puede pasar a un grupo de desgraciados a los que la vida no les depara nada de bueno: Se puso a llover. La lluvia nos obligo a cancelar el paseo nocturno que teníamos planeado para tantear el terreno. Piecito prefirió pensar, ahora también, que el paseo se había cancelado por que el quería, y aun que le intentamos explicar que era un hecho circunstancial provocado por la lluvia, le paso lo mismo que con el tema de la cama y decidió seguir creyendo que eso había sido decisión suya.


Cuando no puedes dominar una situación, te tienes que adaptar a ella, así que con un diluvio como se han visto pocos, decidimos bajar al coche a por unas botellitas que habíamos comprando con anterioridad, gracias a nuestra capacidad previsora, para después subir a la habitación y beber con el único objetivo de irnos a dormir un poco mas tarde. Un plan de mierda, que ninguno de los tres tuvo valor de denunciar.


Al bajar a por las bebidas, pasamos por delante de la recepción y Piecito le dijo al recepcionista una frase que jamas tienes que decir cuando tienes pensado volver enseguida al lugar del que te estás marchando. Piecito dijo: "Hasta luego". Según marcan los estándares, ese hasta luego nos obligaba a estar un mínimo de 30 minutos en la calle antes de volver, ya que luego es después, y después no es ahora.


Esa situación semi-comprometida, unida al hecho de que ese diluvio, que me he permitido el lujo de exagerar anteriormente, había amainado hasta casi desaparecer, nos animo para salir a dar esa vuelta de reconocimiento que teníamos en la cabeza desde un principio.


La vuelta sirvió para situar la zona de ocio en el mapa de nuestras cabezas. Una zona de ocio que estaba a cien metros de nuestro hotel, pero que tardamos casi una hora en encontrar debido a que al principio del paseo, tiramos hacia la izquierda en un punto en el que teníamos que tirar hacia la derecha. Así de simple.


Y para resumir el final del viernes, diré que nos fuimos al hotel a dormir, y punto.


Llegaba el sábado, y con el, un madrugón sin precedentes. Nos despertamos a las 9:30h y, por primera vez, hicimos uso de nuestra pulserita mágica. Bajamos a desayunar, y como no podíamos beber alcohol por que teníamos un partido de fútbol por la tarde, bebimos refrescos sin parar y sin tener sed. Esa es la magia de la gratuidad de las cosas, que las usas y no sabes por que.


A media tarde, yo y Leónidas, o Leónidas y yo, nos fuimos para disputar un partido perteneciente a la 3ª jornada de la 2ª regional mallorquina. Leónidas se cayó de la convocatoria antes del partido y yo fui relegado al banquillo. Perdimos 1-0. Me duche y nos fuimos otra vez al hotel a seguir con nuestras mini-vacaciones.


Esa noche estábamos dispuestos a salir de marcha por esa zona de Mallorca que desconocíamos y que creíamos nos depararía emociones fortísimas. Pero no nos deparó nada.


Hicimos un botellón con el objetivo de distorsionar la realidad hasta que se convirtiera en lo que nosotros queríamos. Y cuando ya estaba suficientemente distorsionada, nos fuimos al local de moda de la zona. Era una discoteca cuyo suelo se movía de forma preocupante, lo que te provocaba una cierta inseguridad estructural. Cuando deje de preocuparme por el excesivo movimiento del edificio ya eran aproximadamente las cuatro de la mañana. Levante la cabeza, hice un reconocimiento rápido de la situación, y, así a bote pronto, vi que el porcentaje de mujeres era muy cercano al 0%. En ese momento nos dimos cuenta de que nuestra presencia ahí había dejado de tener sentido. Nos miramos a los ojos, y con esa mirada los tres comprendimos que debíamos abandonar el recinto, ir al hotel y dormir. Pero no sin antes comernos un kebab de mierda que tenia sabor a lechuga con pan y sin carne.


Al dia siguiente nos levantamos con ese dolor de cabeza que te hace pensar que nada a valido la pena. Y si a esto le sumas, que nada mas abrir el diario Marca me encontré con un articulo que afirmaba que el gol de Cristiano, rebotando en la espalda de Pepe, era una jugada que estaba ensayada, te empiezas a plantear si hubiera valido la pena dormir todo el domingo y levantarse, ya el lunes, con energías renovadas. Y si amigos, esos sábado en los que sales con mas ganas de las necesarias, siempre se merecen un domingo de letargo.